Del vacío a la esperanza
En el corazón de Morelos, México, Mary Kelly vivía una lucha silenciosa. Aunque estaba casada y tenía dos hijos, su vida se encontraba marcada por la desesperanza, los vicios y el descontrol emocional. El alcohol, el cigarro y otras sustancias eran parte de su rutina, mientras los constantes conflictos con su esposo desgastaban su hogar. La paciencia era escasa, la rebeldía y la grosería eran frecuentes, y aunque por fuera todo parecía “normal”, por dentro, su corazón estaba roto.
Sentía un vacío profundo, una soledad inexplicable, una carga de culpa y rechazo que la acompañaban día tras día. Hasta que un día, sencillamente no pudo más. Decidió buscar algo distinto, algo que llenara su alma. Fue entonces cuando dio su primer paso hacia el cambio. Entró a una iglesia, pero no se sintió en paz. Sin embargo, su búsqueda no terminó ahí.
Tiempo después, fue invitada a una Casa de Paz, y fue allí donde encontró lo que buscaba, un refugio que no era solo un lugar, sino un espacio donde fue abrazada, escuchada y guiada con amor y ahí comenzó a vivir una transformación que sólo Dios podía realizar. Conoció a Jesús, no como una figura lejana, sino como un Salvador cercano y presente.
A partir de entonces, su vida comenzó a renovarse: dejó atrás el alcohol, el cigarro, y el enojo. Su corazón fue sanado, y su hogar restaurado. Hoy, ella y su esposo viven con amor, respeto y paciencia, construyendo un matrimonio fortalecido por la fe.
El año pasado, ese amor que recibió no se quedó solo en casa. Junto a los miembros de la Casa de Paz, Mary Kelly participó en una jornada de entrega de alimentos, bebidas calientes y ropa a personas en hospitales. Un gesto que reflejó lo que ahora vive en su interior: el amor de Cristo.
Hoy, su meta es clara, desea seguir creciendo en fe junto a su esposo y, en su momento, abrir su propia Casa de Paz para compartir con otros la esperanza que ella misma encontró. Porque, aunque el camino no es fácil, está convencida de que con Cristo todo es posible.
“El que está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas.” — 2 Corintios 5:17