Esmeraldas es una hermosa provincia ubicada en la costa pacífica ecuatoriana adornada por un brillante sol y el movimiento de las olas que golpean las barcas que navegan por su mar. Pero también es una zona golpeada por serios conflictos sociales que afectan principalmente a los jóvenes, quienes son presa fácil del narcotráfico, la delincuencia y la violencia.
Allí vive Jeferson Burbano, un hombre de 63 años, que dedicó la mayor parte de su vida a la construcción y la pesca. Hace 26 años Jeferson le entregó su vida a Dios y desde entonces dejó muchas cosas para servirlo; sin embargo, en el 2017 algo cambió definitivamente el rumbo de su barca. Ese año participó en su primer entrenamiento de Plantación de Iglesias Comunitarias -PIC, donde fue movido a cambiar de rumbo, para así convertirse en un pescador de personas. Dios movió a Jefferson para ver en el entrenamiento recibido, las herramientas necesarias para llevar las buenas nuevas del evangelio a muchos que podían proceder al arrepentimiento, y de esta forma ser una respuesta a la grave situación social que vivía Esmeraldas.
Jefferson no tenía el perfil de un potencial líder que tendría éxito; tenía poca formación académica, pocas habilidades comunicativas, serios problemas económicos, limitadas destrezas para usar teléfonos inteligentes, y sin transporte propio para asistir a reuniones y entrenamientos de formación. Jeferson era básicamente un creyente común y corriente de una iglesia de clase obrera de Esmeraldas. Sin embargo, ninguna de estas limitaciones hizo que su barca se moviera hacia otro destino diferente al de ser usado en la obra de Dios.
Jefferson sirve en su iglesia local “Nuestra Roca es Cristo”, enseñando y liderando a los hombres. Además, durante los últimos 5 años ha lanzado las redes para que otros conozcan a Jesús, compartiendo su testimonio y la historia de salvación de Dios. Visita hogares, lleva mercados como muestra del amor de Dios y multiplica líderes mediante un entrenamiento sencillo de plantación de iglesias.
Ha entrenado a más de 5 iglesias, dentro y fuera de su provincia, que representan a casi 300 personas. Cuenta con casas de paz que se han multiplicado en otras casas de paz, es un entrenador que entrena a otros, y sueña con seguir avanzando en lo que Dios le permita hacer. Ruega a Dios para que se levanten más obreros para su obra. Además, está participando de la formación ministerial en línea, y se entrena en un curso de computación básica.
Jefferson confirma que el Señor mismo ha movido su barca y que el Espíritu Santo empodera a creyentes comunes y corrientes para llevar la Palabra hasta el último rincón del mundo.