Dejar huella en otras personas es algo que anhela todo ser humano, el hecho de no ser olvidados y tener la plena certeza de que generamos algún cambio, por pequeño que sea. Sin embargo, caemos en cuenta que pese a nuestros esfuerzos, somos vulnerables y que los tropiezos son parte de nuestro caminar. Muchas veces esto trae ansiedad y nos genera inquietud, pero cuando cedemos el control a Dios podemos dar pasos firmes, llenos de esa paz que sobrepasa todo entendimiento, y es que sólo Él puede marcar las vidas y generar cambios a nuestro alrededor, ahí es cuando viene la mayor satisfacción.
Este sentir lo están experimentando semana tras semana, en sus reuniones de discipulado, nuestros hermanos de la provincia de Los Ríos, cantón Montalvo (a 6 horas de Quito, Ecuador). Ligia Núñez y su familia se han atrevido a asumir el reto de enseñar la Palabra de Dios. Mencionan una verdad muy poderosa, Dios respalda cuando obedecemos. De Él viene la sabiduría para despejar toda duda y convencer a aquellos con quienes se comparte la bendición. Unidos han alcanzado personas, como Erika Bajaña (amiga del hijo de Ligia), que día a día muestra interés, el cambio que el mensaje ha generado en su vida es notable. ¡La salvación ha llegado! Lo están viendo con sus propios ojos.
Sirviendo con amor, se han dado cuenta del crecimiento de la iglesia en estos tiempos. Esto los motiva a seguir adelante y su deseo por esparcir la semilla de paz y esperanza no cesa. Anhelan que esa maravillosa salvación alcance a otros, así como les ocurrió a ellos. Cada uno en la familia está hablándole a su círculo de influencia (oikos) acerca de Dios y ya ven resultados satisfactorios. Más allá de eso, están orando y visualizando nuevas personas de paz, entregando todo esto en las manos de Dios para que les guíe a llevar su paz donde hay angustia.
Esta historia se sigue escribiendo. Ellos continúan creciendo, se ve la multiplicación de discípulos cada día. La generación de los Hechos no es algo exclusivamente de nuestros antepasados, somos parte de eso. Asumir el reto de llevar el mensaje de salvación es la mayor satisfacción que se puede tener en este mundo. No hay otra meta ni sueño que satisfaga más que ver los cambios que Dios genera en las vidas. Esa satisfacción trae una paz que este mundo no puede ofrecer, la verdadera paz, que permanece aún en los tiempos más difíciles.
Así como Dios les ha dado satisfacción a ellos al asumir este reto, ora para que Dios te muestre tu nuevo reto. Asúmelo en obediencia y verás su respaldo en tu vida y el cambio que generará a tu alrededor.