En la comunidad Buena Vista, situada en Hato Rey, San Juan, Puerto Rico, no muchos se atrevían a llevar la Palabra de Dios, debido a la alta inseguridad y violencia. A pesar de que había muchas iglesias alrededor, nadie salía a compartir el evangelio en el sector.
En medio de estas circunstancias, la hermana Norma Clemente, luego de participar en un entrenamiento de PIC, sintió que Dios puso en su corazón el deseo de llevar la Palabra a los niños de la comunidad. De inmediato, comunicó este anhelo a su pastora, quien sin dudarlo la apoyó.
Empezar la casa de paz con los niños de la comunidad fue todo un reto debido al ambiente que se respiraba en la zona. La gente no podía creer que Norma se atreviera a hacer tal hazaña. Era algo fuera de lo común, pero ella decidió valientemente avanzar en el llamado que Dios le había hecho. Pronto, el respaldo llegó: la comunidad le brindó confianza, aceptación y cooperación; enviaron a sus pequeños a la reunión de casa de paz que se inició en una cancha.
Durante ya casi dos años estos niños han estado creciendo en la fe: están aprendiendo a distinguir entre lo bueno y lo malo, ejercitan la oración y ven respuestas a ella. Actualmente permanecen 15 niños, y se han sumado jóvenes, padres y otros vecinos del sector.
Recientemente, han enfrentado un nuevo obstáculo. Debieron mudarse de la cancha a un lugar menos accesible y que permite un alcance menor. Sin embargo, tienen la plena confianza en que el Dios que les ayudó a vencer los primeros obstáculos será fiel en dar solución a esta nueva dificultad. La esperanza es que la semilla que se está plantando dará un precioso fruto de paz en la comunidad de Hato Rey.