En Maturín, Venezuela, vive Marlín, una mujer de 52 años de edad que durante mucho tiempo pensó que tenía la vida perfecta. Su familia era como la había soñado y tenía el empleo de docente que siempre anheló. Ella creía que estaba preparada para enfrentar cualquier situación difícil.

Sin embargo, un día todo cambió. Le tocó enfrentar un divorció, afrontar muchas situaciones sola, enfrentar problemas laborales, e incluso empezó a padecer una grave enfermedad. Todo esto la llevó a refugiarse en una nueva relación amorosa pensando en llenar así el vacío que sentía. Ella creía que su vida ya no valía la pena, y en verdad quería morirse.

Un día, una profesora amiga, compañera de trabajo, invitó a Marlín a una casa de paz. En su desesperación ella aceptó ir, y ese mismo día la palabra la convenció del amor de Dios y de que Él nunca la había desamparado. Sus ojos fueron abiertos y comprendió que necesitaba de la mejor compañía para vivir. Marlin cuenta que desde aquel día que Jesús entró en su corazón, empezó a invadirla de paz, de libertad y de una compañía especial. ¡Ella estaba experimentando una transformación!

Ahora todo ha cambiado, su fe se ha fortalecido, vive una relación más cercana con Dios, de quien se siente amada. Es una mujer sana físicamente y emocionalmente, y en su trabajo ahora hay una calma extraordinaria. Su relación con sus hijos y nietos ha mejorado, y su testimonio de vida ha hecho que ellos estén abiertos a Jesús.

Actualmente ha asumido el reto de levantar un ministerio de oración, y de ser alguien de influencia para quienes le rodean. Cada sábado ella invita a su casa a familiares, amigos, y conocidos para que conozcan a Jesús, les cuenta que Él cambió su tristeza, soledad y desesperación, en alegría, compañía y paz.